“ Las pequeñas obras de caridad de cada día, un dolor de cabeza o de muelas, una desilusión, las rarezas del marido o de la mujer, el vaso que se rompe, un desprecio o una burla, los guantes, el anillo o el pañuelo que se pierden, la molestia de tener que acostarse pronto y levantarse temprano para orar, para comulgar, el ligero sonrojo que sentimos al hacer ciertas devociones en público. En fin, todos estos pequeños sufrimientos, aceptados y abrazados con amor, agradan mucho a la divina Bondad, que ha prometido que por un solo vaso de agua dará un océano de felicidad a sus fieles. ”
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