“ Querida hija, haced descansar vuestros pensamientos sobre los divinos hombros del Señor y Salvador. Él cargará con ellos y os fortificará. Si os llama (y realmente os está llamando) a un servicio que sea de su agrado, aunque no lo sea del vuestro, no por eso debéis tener menos ánimo, sino más aún que si vuestro gusto coincidiera con el suyo, porque cualquier asunto marchará mejor cuanto menos haya de nosotros en él. ”
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